Entrevista de La Opinión A Coruña
El arte reflejado en el espejo
La cristalería El Reflejo celebra sus 75 años de vida en la ciudad en la que diez artistas reinterpretan el vidrio
Artículo escrito por Gemma Malvido en La Opinión de A Coruña el 16 de diciembre de 2010
A su abuelo se le ocurrió que podría montar un negocio si hacía que el vidrio devolviese la imagen que se le ponía delante. De eso hace ya 75 años. Los herederos de los fundadores de la cristalería El Reflejo han querido celebrar este aniversario reinterpretando la materia prima con la que han crecido: el vidrio. Diez artistas, entre ellos una nieta de los fundadores, exponen sus obras acristaladas en el museo de Fenosa.
Lo que más recuerda, sin duda, es el olor del nitrato de plata con el que primero sus abuelos y después sus padres convertían el vidrio normal en un crstal mágico que les devolvía su imagen, en algunas ocasiones, real, en otras, multiplicada por tres o abombada. María Jesús Ares lleva trabajando en la empresa familiar, la cristalería El Reflejo 35 de sus 50 años. Lo recuerda todo, cómo corría el agua, los traslados, las historias que le contaban y el furgón que ahora luce en los laterales de las furgonetas, que fue uno de los priimeros que llegó a la fábrica y cómo había que empujarlo para que arrancase cuando las cosas se ponían complicadas.
Cumple 75 años y los actuales dueños de la empresa han querido recordar de dónde vienen, pero sin sentimentalismos ni lágrimas, sino con arte. Han invitado a diez artistas y les han propuesto que experimenten con lo que es su medio de vida, el vidrio, que creen obras que les pertenecen con un material que necesita estar en contacto permanente con el agua, "para que no se caliente", explica María Jesús Ares, nieta de los fundadores de El Reflejo y miembro ahora de la gerencia de la empresa.
El resultado pudieron verlo ayer por primera vez, expuesto en una de las salas del Museo de Arte Contemporáneo Unión Fenosa-Gas Natural bajo el título Reflejarte; son reinterpretaciones de lo que, un día, le dió la materia prima para hacer negocio a su abuelo y que ahora la cuarta generación de la familia trata de ampliar y de llevar al campo del arte y de la decoración personalizada, más que al de los espejos sanitarios.
"Ahora viene hechos de fábrica, pero antes, los espejos, había que hacerlos con nitrato de plata y fórmulas químicas", explica Ares que, ahora, comparte ya profesión con sus tres hermanos, su sobrino y su hija. Dice de sus abuelos que eran "muy trabajadores" y que eso les llevó a montar El Reflejo en un local de la calle Orillamar, justo enfrente de la Policía Local.
"Al principio de todo", su abuelo trabajaba en una cristalería y, con los recortes, hacía espejos que su abuela vendía por las ferias, después se instalaron por su cuenta y, más tarde, vinieron las ampliaciones, un local en la calle de la Torre, las máquinas, los cristales fabricados a nivel industrial que les obligaron a dar un vuelco a El Reflejo, el auge de la construcción y su decaimiento, las cuchillas que cortan solas y el agua que, inevitablemente, le imprime a la industria un alma de limpieza que, María Jesús no ha logrado arrancarse de la nariz.
"Hace veinte años que nos fuimos a A Grela porque las máquinas ya no nos cabían en la calle de la Torre, pero mantenemos otras dos tiendas de venta al público, en la calle Nicaragua y en la avenida de Gran Canaria porque es importante tener escaparates en la ciudad", explica Ares, que recuerda cómo los diez artistas -entre ellos su hermana Julia- estuvieron durante meses experimentando con las posibilidades de un vidrio que a los Ares les sirve de "medio de vida y pasión".